Desde el pasado Junio se ha instaurado en el Reino Unido un código de etiquetado para los alimentos bastante peculiar, a modo de semáforo alimenticio, catalogando ciertos componentes de cada alimento según el código «rojo, ambar, verde». Estas nuevas etiquetas han de presentarse en la parte frontal de los alimentos, evaluando en forma de círculo los niveles de 5 componentes esenciales: Calorías, Azúcar, Sal, Grasas y Grasas saturadas.
Según el código de colores, cada componente puede ser:
- Rojo: Niveles desaconsejables, para el consumo únicamente ocasional.
- Amarillo (ambar): Niveles aceptables, pero no del todo saludables.
- Verde: Niveles de alimento saludable.
Según algunas encuestas realizadas en Reino Unido alrededor de un 30-40% de los consumidores dejaron de comprar ciertos productos que antes hubieran adquirido, debido a una clasificación «roja» en el etiquetado del alimento en cuestión.
Etiquetado voluntario
Si bien este sistema se encuentra en fase de aceptación voluntaria por parte de las empresas alimenticias, ya ha sido adoptado por varias grandes empresas como Nestlé, Lidl, PepsiCo, etc. De esta forma el nuevo etiquetado ha llegado a más del 60% de los productos alimenticios que se consumen en el Reino Unido. La negativa de empresas como Coca-Cola ha resultado ser la excepción.
En cualquier caso el sistema es voluntario y no obligatorio dado que este tipo de clasificación y etiquetado no está contemplado por la normativa actual de la Comunidad Europea.
Protestas en Europa
A pesar de que en otros países (como Brasil) ya se emplea un etiquetado similar, en Europa la medida ha despertado grandes recelos entre la industria alimenticia, especialmente en Italia que ha abanderado una pequeña cruzada en contra del sistema. Y es que se percibe negativamente el hecho de que el sistema no valore la dieta global del consumidor en su conjunto, sino únicamente la individualidad de cada alimento.
Por lo visto una dieta sana puede, según los expertos, verse compensada mediante la ingesta de productos que por separado (y mediante su abuso) pueden resultar a priori poco saludables.
Salud… y también dinero
Aunque puede considerarse como un paso adelante en defensa de los consumidores y de su salud, varios expertos señalan motivaciones económicas de fondo. Es una realidad que la mala alimentación y sus enfermedades derivadas (sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, colesterol, etc.) le cuestan al gobierno británico miles de millones de euros cada año.
Pero lo mismo ocurre con las protestas europeas y su trasfondo. Por ejemplo en España existe una gran preocupación dado que alimentos emblemáticos (y de gran volumen de exportación) como el jamón o el aceite de oliva, no salen bien parados con este nuevo sistema de etiquetado por colores.
Así las cosas, habrá que esperar para ver si el sistema se asienta y llega definitivamente a otros países…
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